"No entiendo porqué debería separarme de mi entusiasmo por un nombre. Me llaman y no acudo. Vivo el mundo como pez en el agua, desconozco las reglas que se han inventado para organizar el aire que soplamos. ¿Ese nombre que me han dado esta vieja gente? No, no contesto a ese nombre. Acudo a la llamada de la tierra y a la inspiración divina.
La noche nodriza es mi dueña. Conozco la importancia del misterio y si no puedo nombrarlo es porque vivo en su seno. La fantasía es la sangre de mi alma. Veo la imaginación vibrar a través de todas las cosas y conectar a todos los objetos para crear paisajes y hogares. Vivo en un mundo urdido en el telar de los sueños. Yo veo la materia psicológica brillar en un mundo que los que hablan transitan como si fuera un desierto. Como no pudieron adueñarse de la magia, eligieron vivir en un mundo de gestión y control y tristes consuelos.
Tengo sueños que no podéis concebir y recuerdos de acontecimientos que nunca sucedieron. No tengo las palabras ni las prisas. No manejo excusas ni justificaciones. No elaboro explicaciones ni pienso ordenar el bullicio de mis deseos y vértigos.
¿Acaso sois conscientes de lo ridículo que es hablar siempre en serio? La única libertad que nos proporciona el lenguaje es la perra faldera de la frivolidad. Los grandes, los peludos, las perfumadas, las que hablan de sí mismas sin parpadear, como si se conocieran, los de la voz castigada, los que no lloran ni les duele nada, los que viven con muchas cosas a cuestas, todas estas personas que parecen vivir en su boca, que creen que habitan en sus frases, a toda esta gente se le va la existencia en significar perogrulladas. Tienen palabra para todo y amor para nada.
No entiendo porqué están tan convencidos de ser superiores a nosotros que acabamos de nacer y todavía recordar el calor del mundo. ¡Qué frío hace en el lenguaje! ¡Qué seco me parece el nombre que me gritan, una bomba de amenazas! Tengo la sensación que mi nombre es mi carnet de socio para el entrenamiento en la culpabilidad. No me convencen los adultos. Se les ve tristes y cansados. No me atrae su mundo. Desilusión y resignación. Solo saben comprarme. Nada de lo que proponen es digno de atención. Quieren que deje el misterio para someter al yugo del miedo. Miedo tienen a raudales. Nada les asusta más que recordar su renuncia a la belleza. Huelo el miedo supurar por todos sus poros - por favor, no me pongan esta voz enlatada de ternura procesada cuando me hablen. Les falta el aire. Por eso giro la cabeza. Solo sé que están muriendo sin vivir y que son demasiado cobardes como para aprender de los que aun sabemos algo de la imaginación." - Jonathan Martineau.

Deseamos ser un poco Diógenes que ni siquiera tenía un cuenco para comer y tampoco un vaso para beber y que bebía del hueco de su palma cerrada, y cuando el emperador Alejandro le dijo “Pídeme lo que quieras”, Diógenes le respondió: Quítate de mi sol. Etienne de la Boetie en el 1548 escribe: No les pido siquiera que hagan tambalear el poder, tan solo dejen de sostenerlo.
Deseamos poner la vida en una danza que se quema y que por un instante deje de sostener aquello que nosotros consentimos y lo que los animales no soportarían ni un segundo.
Deseamos desdecir lo dicho, abandonar el espectro del lenguaje y volver a encontrarse con el cuerpo vivo. En esta vida secreta no hay ningún error, no hay ni principios ni causas, no hay mensajes que transmitir ni un gramo de relato. Puro enigma en carne y hueso que avanza en la oscuridad.
Un misterio. Cuatro bailarinas. Cuatro enigmas. Miles de vidas secretas.
“¿Qué es lo que lucha políticamente contra la tiranía en el alma? Los sueños noche tras noche.” Esta pieza es la tercera parte de la trilogía basada en la escritura de Pascal Quignard, específicamente en “La vida no es una biografía” y “Vida secreta”. Dice el maestro que el sueño es tan vivo que huye de la lengua que quiere echar su red sobre él. Nosotras en esta huida queremos aflorar lo que hay por debajo de nuestras existencias mundanas y soplar el polvo que hay sobre los enigmas psíquicos.

Con Una danza para todos y para nadie, una obra de danza butoh, exploramos en movimiento las preguntas que el profeta Zaratustra lanza como flechas al pueblo, y trasladamos a nuestra experiencia corporal lo que nos ha atravesado intimando con el pensamiento de Nietzsche. Con esta obra quisimos tocar a nuestro propio Zaratustra: para deshacernos del mundo celestial y su dios, para ver cara a cara la mediocridad y la resignación, para ir hacia la superación del animal humano e intuir una criatura por venir.
Danzamos para dimitir el esfuerzo impuesto por la tribu del malvivir que exige sostener identidades, mitos, cuentos y ficciones. Danzamos porque repudiamos el clan que reclama sacrificios para aumentar sus fantasías de inmortalidad, su progreso, su futuro, su terror. Nosotros no significamos, no justificamos, no narramos ni convencemos. No vamos a ayudarles a comprender. No arrojamos luz. No ordenamos. No pedimos limosna ni mendigamos atención. Nosotros no creemos en el sentido, no apartamos la mirada del espanto que inspira esta vida in fondo. Eso. Eso veréis: nuestra mirada. Nuestros ojos desamparados. Nuestro miedo, el sudor en la palma de nuestras manos, nuestros pies sucios, nuestra miserable manera de amar, nuestro intento torpe de gritar Sí hasta los confines del universo y hasta la taciturna retaguardia celular, y hasta nuestros patéticos secretos desprovistos de originalidad. Vais a ver fragilidad, vulnerabilidad, presencia, brillo, fracaso, fuerza, animales, insectos, polvo de estrellas, demonios, fantasías, locura, belleza. Simpleza. Sencillez. Salvajismo. Saliva. Sudor. Pavor. Nacimientos. Gritos y susurros. Danza.
"No pretendemos escenificar una visión filosófica. No queremos explicar a Nietzsche, ni medirnos con él, ni narrar el viaje de Zaratustra. En Nietzsche, que afirmaba no ser un ser humano sino dinamita, todo pensamiento es emanación de una organización fisiológica. Todo pensamiento es síntoma del subconsciente corporal. El libro que Peter Sloterdijk dedica a Nietzsche se titula El Pensador en escena. Pensar filosóficamente siempre es una escenificación del cuerpo, tal es la enseñanza del que filosofaba con un martillo. Pensar es un movimiento entre esto y lo otro, entre el pasado y el futuro, y el mundo es la gran escena donde nuestros pensamientos corporales entran en conflicto, en relación, en danza, en juego. La vida que llevamos delata nuestra manera de pensar. Podemos opinar diferente, podemos identificarnos con miles de discursos distintos, podemos llegar a ser un catedrático de lógica y pensar muy poco. El lugar donde vives, cómo te desplazas, qué comes, cómo vistes, qué movimientos y qué trayectorias encarnas en el mundo, la textura micropolítica de tus relaciones, ahí se ve qué piensas. Lo otro es solo viento, la verbalización de la opinión no es pensamiento. Y, siguiendo a Deleuze y Guattari, observando que pensar significa pensar de un modo diferente, llegamos a la conclusión de que hay poco pensamiento hoy en día. Pensamos todos igual porque vivimos más o menos todos del mismo modo. Y será cada vez más difícil escenificar en el mundo un pensamiento a través del cuerpo encarnado. Pensar nace. Pensar se escapa a través de las grietas. Y cada instante la vida ciudadana se hace más perfecta, más inmune al pensamiento que la expone a su otro. Nosotros danzamos para mantener viva la alteridad en el cuerpo, danzamos para perdernos, danzamos para soplar sobre las brasas de la vida anónima e inapropiable que da sentido a la existencia del sujeto individual. Danzamos para desposeernos. Nos hemos inspirado en Zaratustra para poner en escena un ejercicio de desposesión subjetiva. En este sentido, no hubo mucha dificultad, más que cuadrar horarios y encontrar salas. Zaratustra es una dinamita y leerlo en danza te pone en un gozoso peligro. La cuestión más difícil, el desafío más necesario es realmente cómo seguir pensando en un mundo con cada vez menos distancia, cada vez más acabado, sin futuro ni pasado. ¿Cómo escenificar pensamiento en un mundo tautológico que encuentra su sentido en la perpetuación de sí mismo? Esa es la pregunta. Danzar en escena no es la respuesta, obviamente, pero por lo menos mantiene la pregunta viva." - Jonathan Martineau.
Toda historia humana es una historia de emigración. Nadie vive en su primera casa. Cenizas y diamantes son tres relatos de emigración que confluyen en la misma encrucijada. Cuba, Ucrania, Canadá: tres viajes en sentido único que se encuentran cara a cara bajo el sol castellano. Cuando miran atrás, ven la imposibilidad de volver a una casa que ha sido quemada. No existe el viaje mientras se mantiene a salvo un lugar al cual volver. No hay nuevos mundos sin abandono previo. No hay horizontes sin cenizas. Restos de viejos imperios, dinastías hechas polvo, familias esfumadas, amistades despedidas. Cenizas que perduran, que desaparecen en el viento, que se disuelven en la tierra húmeda.
Quien emigra lleva también sus joyas consigo, sus bienes más preciados, diamantes diminutos que pasan de generación en generación. Nadie escapa sin esconder un secreto en el fondo de su bolsillo, nadie se abalanza hacia el horizonte sin disimular una confidencia en el pabellón de su oreja. Emigrar es entregarse al tiempo, a la distancia, al mundo. Algo desaparece al inicio del viaje, residuos y cenizas, ecos inaprensibles de lo que fue. Algo persiste, atravesando el tiempo, diamantes, memorias, relatos y amuletos que sobreviven a las generaciones, que tejen el linaje ofreciendo un soporte material a la narración. Diamantes, forjados en las condiciones extremas, creados para permitirnos recordar que no solamente la travesía es posible sino que lo más valioso nace de mundos inviables.
"Absens" (2016)
Absens es una pieza de danza teatro que la compañía desarrolló durante un residencia en el Centro de Danza Canal entre los meses de abril y junio de 2016 y cuyo estreno tuvo lugar en el Certamen de Nuevos Investigadores Teatrales 2016 en el Atalaya TNT.
La obra está inspirada en testimonios de refugiados sirios y la poesía de Wislawa Szymborska. La guerra y el hambre han llevado a tres personas hasta una tierra fronteriza que les separa de Europa. Sin embargo no pueden alcanzar su objetivo: no se les permite atravesar la valla. Absens es una reflexión sobre el hombre que está "ausente", como los refugiados, esas personas "innecesarias" para el sistema político europeo. Pero gracias a los que podemos darnos cuenta y observar "una situación de abandono de los valores que hicieron nuestra cultura", en palabras de Jose Luis Sampedro.
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